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Reseña de la antología Planetas invisibles (2016) de Ken Liu

Ken Liu (China: 1976-) es un reconocido escritor. Sus cuentos y novelas han logrado las mayores distinciones en el ámbito de la ciencia ficción. Asimismo, es un reconocido traductor al inglés de la literatura de ciencia ficción china. Lo anterior queda demostrado en la edición de Planetas invisibles, antología que recopila trece narraciones y tres ensayos escritos por siete autores chinos contemporáneos (los textos fueron escritos entre 2005 y 2015). La obra trae consigo una introducción escrita por el propio Ken Liu, además de los perfiles biográficos de los autores recopilados. Existe una segunda parte de esta antología bajo el título: Estrellas rotas (Madrid: Alianza Editorial, 2020).

Desde mi punto de vista, Planetas invisibles es una antología ejemplar. Está realizada por alguien que domina el trasvase y la propia forma literaria y, como si no fuera poco, la elección de autores y obras está pensada para ofrecer una visión amplia de la historia contemporánea de la ciencia ficción escrita en mandarín. La introducción y los ensayos se ocupan, justamente, de problematizar el significado y las características de esta literatura en su propio contexto geopolítico.

Las narraciones recopiladas representan una muestra mínima de la ciencia ficción china contemporánea; sin embargo, su lectura permite una visión amplia de la misma, de esta manera, esta antología también es ciencia ficción y en 382 páginas condensa trece formas de pensar y sentir nuestro presente. En sus historias se recrean motivos utópicos y distópicos, así como ciertas posibilidades ucrónicas. Se exploran temas clásicos (como el contacto con especies extraterrestres) y se aluden a cuestiones contemporáneas (por ejemplo: los estragos de la globalización o la vida cansina del oficinista), sin olvidar el tema manido y siempre emocionante de los corazones rotos.

Es importante anotar que la traducción al español de esta antología (Madrid: Alianza Editorial, 2017) se le debe a Manuel de los Reyes y a David Tejera Expósito.

A continuación, me permitiré comentar las narraciones que más llamaron mi atención:

“Los estudiantes sois idiotas. No sabéis ni cómo manteneros con vida”

La antología abre con “El Año de la Rata” (2009) de Quifan Chen. En un ¿futuro cercano? los licenciados deberán enlistarse porque no podrán encontrar trabajo. Deberán cazar a las neorratas, creadas en principio como mascotas de lujo, pero que ahora invaden los campos.

Esta es una historia sobre la delgada línea que separa a la educación de la vida militar: los estudiantes deberán completar su cuota de muertes para recibir honores, lograr un empleo y llegar a casa antes del Año Nuevo. Pocos lograrán comprender que no necesitan ser roedores para ser tratados así, también comprenderán que el verdadero enemigo nunca es quien uno cree.

Vuestros padres se han gastado el dinero de su entierro en vuestra matrícula y, aun así, no habéis sido capaces de encontrar trabajo. No sois capaces ni de sobrevivir por vuestra cuenta. ¡Solo servís para cazar ratas! De hecho, valéis menos que las ratas (24).

La gente aún cree que puede elegir la manera en que quiere vivir su vida

Qiufan Chen también es el autor de “El pez de Lijiang” (2006), en el que los oficinistas y empleados sufren de insomnio, malestar estomacal, amnesia, dolores de cabeza, depresión, disfunción eréctil y pérdida de la líbido. Sus compañías tienen que obligarlos a descansar en centros de rehabilitación, donde les niegan el uso de cualquier dispositivo en el que puedan consultar la hora. Los empleados, molestos, aceptan con desgana.

Este es un cuento donde la gente aún cree que puede elegir la manera en que quiere vivir su vida. Trata sobre un mundo donde se dilata y se comprime el sentido temporal, según si eres rico o pobre, ya sea para que tengas más tiempo de ocio o para que trabajes y mejores con tu vida la productividad y el Producto Interno Bruto (PIB):

El tiempo vuela para los trabajadores, para los pobres, para el “Tercer Mundo”; va muy despacio para los ricos, para los ociosos, para el “mundo desarrollado”; se detiene para los que están al mando, para los ídolos, para los dioses... (65).

Ya sabemos que aunque el cronotopo de la ciencia ficción se ubique en el futuro y en algún planeta lejano, siempre parece estar hablando del aquí y del ahora, ejemplo:

La sensación de que el tiempo se te escapa te causa ansiedad. El mundo cambia cada día. Y cada día te haces más viejo. Pero hay muchas cosas que no has hecho. Quieres sostener un puñado de arena, pero cuando más fuerte lo aprietas, más rápido se derrama entre tus dedos. Hasta que no queda nada (57).

Esta antología también incluye, del mismo autor: “La flor de Shazui” (2012) y el ensayo: “La generación dividida: la ciencia ficción china en una cultura de transición” (2014). No sobra indicar que el autor ha obtenido diferentes reconocimientos y que en español podemos leer su novela Marea tóxica (Barcelona: Nova, 2019 [2013]).

“¿Te gustaría ser los ojos del abuelo?”

De la autora Jia Xia se incluyen tres narraciones: “Cientos de fantasmas desfilan esta noche” (2010), “El verano de Tongtong” (2014) y “El paseo nocturno del dragón equino” (2015); así como el ensayo: “¿Qué hace que la ciencia-ficción china sea china?” (2014).

La segunda narración trata de un abuelo de 80 años que quiere utilizar un equipo de telepresencia para controlar un robot y, así, poder cuidar desde la distancia a otros ancianos que viven solos o que están enfermos o que necesitan y quieren compañía. La narración está dedicada a los ancianos, con quienes la autora comprendió que “no hay que tener miedo de vivir siendo conscientes de la cercanía de la muerte” (125).

Si el abuelo de la historia logra su cometido hará realidad la edad de oro ideada por Confucio:

Y los hombres cuidarán de todos sus ancianos como si fueran sus propios padres, amarán a todos los niños como si fueran sus propios hijos. Los ancianos se harán mayores y morirán seguros, los jóvenes tendrán oportunidades de contribuir y prosperar, y los niños crecerán bajo la tutela y orientación de todos. Las viudas, los huérfanos, los discapacitados, los enfermos…, todos serán atendidos y amados (118-119).

“¡Que os den, hijoputas!”

La antología continúa con el relato del autor Boyong Ma: “La ciudad del silencio” (2005). Se trata de una narración distópica sobre un futuro en el que casi todas las interacciones humanas se hacen detrás de una pantalla; incluso los nombres de las personas han sido reemplazados por el “Número de Serie de Acceso a la Red”. Es necesario decir que en esta sociedad el anonimato no existe y que los ordenadores, al venir sellados, no se pueden alterar; además, todo el software está custodiado en la nube.

Tal como se expone en otras distopías (Orwell, Bradbury, Atwood, Dalcher, por ejemplo), la mayor opresión se concentra en la censura del lenguaje. En esta sociedad ciertas palabras están prohibidas, pero la gente logra transgredir esa ley; de esta manera, el estado totalitario comprende que en lugar de prohibir algunas palabras, debe obligar al uso exclusivo de palabras “Convenientes”:

La Lista de Palabras Convenientes obligaba a la gente a condensar mucha información en la menor cantidad de palabras posible y a eliminar cualquier floritura y recurso literario. Las oraciones resultantes eran similares a una taza de agua destilada: insípidas (152).

Cuando el protagonista cree haber encontrado una manera de resistir, en la que puede darse el gusto de pensar y verbalizar cualquier idea y sentimiento, incluso, en la que puede tener amigos, escuchar de viva voz 1984 de Orwell y hacer el amor, el estado encuentra una manera mucho más efectiva y agresiva de impedírselo.

La tecnología es neutral, pero su progreso hace que un mundo libre sea más libre y uno totalitario sea aún más represivo (175).

“La ciudad del silencio” ganó el premio Yihne en 2005 (equivalente al Galaxy chino). Su autor, en aras de evitar la censura del régimen, envió una versión ambientada en Nueva York.

“No me hace falta ir a ninguna parte para saber que mi vida ya es una mierda”

En la antología siguen las narraciones de la autora Jingfang Hao: “Planetas invisibles” (2010) y “Entre los pliegues de Pekín” (2014). La primera narración recuerda, gratamente, Las ciudades invisibles (1972) de Ítalo Calvino. Por su parte, la segunda narración expone un mundo distópico en el que cada quien recibe únicamente lo que puede costear: desde su alimentación, y hasta su propia educación.

La historia se desarrolla en una ciudad plegable, dividida en tres espacios con sus tiempos diferenciados. Estos espacios dividen, a su vez, a las diferentes clases sociales:

La solución óptima pasa por reducir el tiempo que dedica a vivir un determinado segmento de la población y averiguar la manera de mantenerlo ocupado. ¿Qué hacer? Correcto, relegarlo a la noche. (253).

De la autora puede leerse, en español, su novela Vagabundos (Barcelona: Nova, 2020).

La antología continúa con las narraciones de las autoras Fei Tang y Jingbo Cheng: “Chica de compañía” (2005) y “La tumba de las luciérnagas” (2014), respectivamente.

“Dios padecía bronquitis crónica”

La antología cierra con las obras de Cixin Liu, considerado como uno de los escritores de ciencia ficción más importantes de la actualidad. La antología incluye su ensayo: “El peor de todos los universos posibles y la mejor de todas las tierras posibles: El problema de los tres cuerpos y la ciencia-ficción china” (2014), así como dos narraciones.

La primera narración: “El círculo” (2014) adapta un capítulo de la reconocida obra: El problema de los tres cuerpos (2006). En el relato se narra, con la precisión de la ciencia ficción hard, la potencial manera en que el hombre inventó la máquina calculadora antes de nuestra era.

La segunda narración: “Cuidando de Dios” (2005) se expone la historia de Dios, un Dios científico, creador del universo y de la vida humana. Con su túnica blanca y sus largas barbas blancas regresa solicitando ayuda a sus hijos. Realmente regresan todos los dioses, los cuales lucen idénticos. La tecnología que habían utilizado los volvió ociosos y han olvidado hacer ciencia. Ahora necesitan que alguien cuide de ellos.

Este relato es irónico y cómico al principio: ¡Dios conviviendo con una familia terrícola! Luego se torna serio y melancólico. Al final resulta esperanzador. Es una narración sobre el cuidado de los ancianos y de los desprotegidos, también sobre la insignificancia de la vida humana en el universo. La narración permite evidenciar que nunca es tarde para enamorarse, ni tampoco para aprender algo, incluso si eres Dios: “Que la posibilidad sea minúscula no significa que sea inexistente” (357).

Tres ideas finales

La ciencia ficción debe ser literatura antes que ciencia ficción, y creo que los cuentos escogidos por Ken Liu dan muestra de ello.

No existe ninguna literatura nacional porque la literatura se refiere a la naturaleza humana y no a las singularidades de las fronteras geopolíticas. Planetas invisibles, por ejemplo, expone la diversidad de estilos, temas y enfoques de lo que algunos han dado en llamar “literatura de ciencia ficción china”, pero que -para ser exactos- deberíamos llamar, simplemente: literatura.

Me gusta pensar que el lector no juzga sin antes leer. Ojalá no repare en el mote “ciencia ficción” que, para algunos, parece que aludiera a una peste.


Liu, Ken
Planetas invisibles (2016 [2017])
Madrid: Alianza Editorial, 382 p.
Traducción Manuel de los Reyes y David Tejera Expósito

Comentarios

  1. Gustavo, muchas gracias por permitir a través de sus excelentes reseñas ampliar el marco teórico. Sencillamente genial !

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    1. Gracias por leer mis reseñas, realmente mis apuntes... Un saludo

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  2. Que interesantes sus reseñas profe, muy educativas y me llaman mucho la atención, me llevan a sentir un enorme deseo de leer las obras. Gracias por compartir

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    1. Ojalá puedas encontrar el libro. De seguro puedes averiguar en las bibliotecas de la ciudad o, quizás, en Internet. La idea es justamente esa, hacer que otros lean las obras que creo merecen ser recomendadas. Un saludo.

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  3. Hola. Què chévere, me gustaría leerlo. Gracias por la reseña.
    Gustavo ¿por què no llamarla literatura de ciencia ficción?, ¿te refieres a que no interesan tanto los conceptos científicos como lo relacionado al comportamiento humano? (quiero asegurarme de haber comprendido). Estoy intentando hacer un ejercicio de escritura de este tipo y no sé si voy bien, ya que intento ser muy fiel a lo científico. Es que algunas obras me han decepcionado cuando dicen cosas que no son ciertas (por ejemplo, que el sol y su luz son amarillos, o cosas así). Creo que estoy haciendo las cosas mal :(

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    1. Hola.
      De seguro encuentras el libro en alguna biblioteca o en la Internet.
      Sobre tu pregunta: personalmente creo que la literatura no tiene adjetivos, no existe la literatura infantil, o juvenil, o la de fantasía o la de ciencia ficción. Existe la literatura y punto. Tampoco existe la Literatura con "l" mayúscula o la literatura con "l" minúscula (como si se tratara de algo menor, como una especie de "subliteratura"). Muchos han visto en estas literaturas objetos menores, y piensan que existe una literatura mayor llena de autores y obras consagradas.

      Ahora bien, cuando una obra aborda un tema científico debe resultar verosímil dentro de la obra, por encima de pensar que debe corresponderse con la realidad. Existen casos de escritores cuyas explicaciones científicas dentro de la obra se corresponden con la realidad, y eso es increíble: verdaderos científicos haciendo literatura; pero la función de la narración literaria no es exactamente la vulgarización de la ciencia o la profetizar las invenciones científicas (que lo logre es un agregado). Otros escritores inventan y parten de premisas que son imposibles en la realidad, pero en la obra están justificadas porque resultan verosímiles, porque la narración las ha logrado construir de esa manera.
      Considero que sin importar la validez de la consigna científica de la obra lo más importante es lo que esa exposición logra decir o hacernos pensar sobre nuestra condición. En pocas palabras, aquello de "literatura de ciencia ficción" tiene que ser, primero que todo: literatura.
      Espero haber sido un poquitín claro :(
      Un saludo.

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    2. Estoy de acuerdo, en el sentido de no asociar la calidad de una obra a uno de estos calificativos. Pero esta clasificación resulta útil ante la pregunta ¿Qué leer?... Es una difícil selección. A mí me ayudan las reseñas, confío en estas. Algunas hacen las veces de anuncio publicitario

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  4. Gracias, profe por la Antología. La verdad siempre he creído que la ciencia ficción permite tocar temas que en otros tipo de literatura se hacen más complejos, al plantear universos distintos, ajenos a nosotros, puede hacernos reflexionar sobre situaciones y cosas que son propias e inherentes a nuestra humanidad. Leeré toda la antología.

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    1. Hola.
      De seguro que sí: las obras que abordan mundos aún no existentes permiten la reflexión sobre otras formas de ver el mundo. Si uno quiere, hasta podría decir que permiten la tolerancia...
      Un saludo gigante y ojalá te guste mucho el resto de relatos de la antología.

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