“Quédate vivo al menos ahí, cuando cierro los ojos, papá”

Apuntes sobre Brevemar (2021) de Lina Marcela Cardona García


Pensé: mi padre ya no está, y si no hago algo deprisa, su vida entera se desvanecerá con él.
Paul Auster: La invención de la soledad (1982).


Creo que, entre mis conocidos, soy el último en leer Brevemar, de nuestra Lina Marcela. Me demoré en leer su obra por la misma razón de siempre: porque estaba muy ocupado intentando desocuparme. La verdad es que no había tenido el par de horas que se necesitan para leer y subrayar Brevemar; o mejor dicho: sí había tenido el tiempo, pero estaba esperando un día como ayer, lluvioso, en el que pudiera alejarme de todo y de todos; pues sabía que el libro se merecía mi completa atención.

Quienes ya lo habían leído me dijeron que no había pierde con él, que me iba a gustar mucho, que –fijo– me haría llorar. No se equivocaron. Y eso que ellos desconocían que mis recuerdos infantiles, relacionados con mi casa y mi familia, se parecen a los de Lina, y que siendo un adulto también perdí a mi papá.

Como en los recuerdos de Lina, en mi casa fuimos muy pobres, y a pesar de ello nunca nos faltaron los útiles escolares. Mi mamá sigue siendo una experta en remedios caseros; y de igual modo, ella pudo casarse con otro hombre que la iba a sacar de pobre, pero prefirió a mi papá que –creo–, resultó ser el hombre perfecto. Asimismo, mi papá nos enseñó más de lo que aprendió, en alguna ocasión, en una institución educativa. E igualmente, a mi hermano y a mí nos compraron un televisor para que los vecinos no nos humillaran…

Ahora mismo me pregunto: ¿acaso todos hemos vivido la misma vida con pequeñas variaciones? Obvio que no. Pero me hago otra pregunta: ¿y si los papás se inventaron esa historia de la humillación para comprarse el bendito aparato ese, sin que sus esposas le cantaletearan tanto? No lo sé. La verdad es que estoy seguro de que me pregunto todo esto por otra razón: para no llegar al momento, en la historia, en el que el papá se nos muere por siempre, o como dice Lina en su libro: “la muerte de quien se ama dura toda una vida” (47).

A diferencia de Lina, yo sigo prefiriendo evitar el tema, así que trago grueso, miro hacia otro lado y aprovecho para decir que Brevemar también se ocupa de otros asuntos: el de la mujer que se enamora de la isla eterna: Cuba, y de las personas que allí conoce. Asimismo, este libro trata sobre esa misma mujer que amó a hombres que, en definitiva, también parecían islas…

Por supuesto, entre un tema y el otro, re-surge la alusión, directa o velada, a ese otro hombre, al mismo de siempre, al único: al papá. Obvio: el libro se puede leer como un homenaje al recuerdo del padre, pero también es un homenaje a las despedidas y, lo mejor de todo, es un homenaje a la posibilidad del reencuentro. Así lo leí yo, quizás motivado por mi propia historia. Es que la vida de uno es otra después de la muerte del papá, y uno lo acepta, y uno aprende a vivir con eso, pero uno NO se acostumbra, de ninguna manera.

El libro de Lina está escrito con la sencillez que caracteriza a la verdad. Además, entre sus líneas se escapa, en todo momento, la poesía: “Mi papá es también el hiato alegre de su nombre, que no deja de revisitarme previamente a mi sueño, Raúl, Raúl, Raúl” (83).

Me gustaría escribir que mientras leía los recuerdos de Lina pensé que ojalá existiera alguna manera para que mi papá se llegara a conocer con don Raúl, pero desistí de aquella idea porque, como ya dije, soy un cobarde… De seguro es que me da mucho miedo llorar. No lo sé. Y eso que he venido aprendiendo que la vida se puede medir en despedidas, en renuncias y en pérdidas, y que de vez en cuando también se puede medir en esa posibilidad del reencuentro. Así, podría finalizar estos apuntes diciendo que Brevemar me desarmó, y por un momento dejé de pensar en lo injusto que resulta el hecho de que se te muera alguien que no vas a dejar de amar…


Cardona García, Lina Marcela.
Brevemar (2021 [2022]).
Medellín: Otrabalsa, 86 p.

Comentarios

  1. Ya me lo quiero leer.

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    1. Hola! Puedes contactarme al 3217609273 y te lo hago llegar con firma y con mucho cariño.

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  2. También leí Brevemar y coincido con vos en que uno encuentra muchas cosas parecidas con las historias propias; pero verlas ahí escritas por otra persona, propicia esa especie de distanciamiento necesario para verlas mejor, tal vez para percibir su belleza. Hay cosas del libro que no entiendo porque no he vivido y leer esa anticipación también desequilibra. Hay una frase bellísima en tu apunte, de esas que uno quisiera haber escrito primero: "El libro de Lina está escrito con la sencillez que caracteriza a la verdad". Yo creo que sí, es eso.

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