Reivindicar el carácter literario de la literatura infantil y juvenil
06 de julio de 2025
Con el ánimo de reactivar este blog, he decidido subir las reseñas que publiqué hace ya algún tiempo en medios impresos. Empiezo con la reseña de Se resfriaron los sapos (2016), la novela de Marcela Velásquez Guiral, que por cierto acaba de estrenar nueva edición (Panamericana: 2025). Esta reseña apareció en Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños (Mar de Plata: Universidad Nacional de Mar de Plata. Vol. 2; No. 3, diciembre de 2016). La versión que publico ahora NO tiene ninguna modificación. Ojalá algún día pueda volver a la novela y contrastar mis palabras de aquel entonces.
Reseña de la novela Se resfriaron los sapos (2016) de Marcela Velásquez Guiral
Aún en la actualidad muchas personas siguen pensando que la literatura infantil y juvenil (en lo sucesivo LIJ) está compuesta por una serie de textos “menores”, “fáciles”, en comparación a la “gran” Literatura, con ele mayúscula, la literatura para adultos. Lo cierto es que la llamada LIJ tiene que ser, ante todo, literatura. De la anterior premisa dan cuenta una crecida diversidad de autores, muchos de ellos considerados hoy en día verdaderos “clásicos”, como por ejemplo el escritor británico, de ascendencia noruega, Roald Dahl (1916-1990), autor de, entre otras obras: James and the Giant Peach (1961) y Charlie and the Chocolate Factory (1964). Otro ejemplo: el acreditado escritor alemán, Michael Ende (1929-1955), autor de las novelas: Momo (1973) y Die unendliche Geschichte (1979). No sobra decir que de todas estas obras existen diversas traducciones (entre ellas al español), así como una cantidad ingente de adaptaciones al cine, al teatro y a los videojuegos.
Si se me permite una exageración: el listado de autores y obras de la LIJ no tiene fin: unendliche, en alemán, como la historia recreada por Michael Ende, citada anteriormente. Así que, ante la cantidad de títulos, géneros literarios y autores, me permitiré llamar la atención sobre una novela corta, contemporánea, escrita por una joven escritora: Se resfriaron los sapos (2016), de Marcela Velásquez Guiral (1984-). Repasemos, una a una, las propiedades de esta obra en aras de establecer sus méritos literarios, y llamemos la atención sobre la importancia de su lectura y comprensión.
La autora
Marcela Velásquez Guiral nació en Yolombó, Antioquia, un pueblo de Colombia caracterizado por su extensión, en cuyas tierras es próspera la caña de azúcar, así como las minas de oro. Ella es bibliotecóloga de la Universidad de Antioquia (Medellín), donde también realizó un Diplomado en Literatura Infantil. Su formación comprende una Maestría en Promoción de Lectura y Literatura Infantil, de la Universidad de Castilla-La Mancha (España). En el año 2012 obtuvo la Beca de Creación en Literatura Infantil, Cuento, de la ciudad de Medellín, con la cual dio forma a su primer libro de relatos ¡Mira lo que trajo el mar! (Frailejón Editores, 2013). Este primer libro atrajo, rápidamente, la atención de una editorial comercial, con lo cual logró una nueva edición (Bogotá: Panamericana Editorial, 2016). Es de anotar que el libro está ilustrado por el argentino Gustavo Rosemffet Abramovich, Gusti. La autora también participó en el proyecto colectivo De las palabras. Crónicas y ensayos (Medellín: Secretaría de Cultura Ciudadana, 2015), libro en el que se explora, creativamente, el uso y desuso de doce palabras tan importantes para la vida humana, pero –a veces– tan difíciles de aprehender: felicidad, memoria, duelo, respeto, política, violencia, paz, perdón, diálogo, vida, esperanza y libertad; esta última, tema de reflexión de Marcela Velásquez Guiral, en su crónica “Miércoles”. Ya para terminar este esbozo biográfico, debemos decir que la autora no descansa, y por ello acaba de recibir una Beca para la Creación de Relatos de Ficción, por parte de la Secretaría de Cultura, de la ciudad de Medellín, con su propuesta de micro-relatos, titulada Ahorrapalabras (2016).
La obra
Se resfriaron los sapos fue reconocida con el VIII Premio de Literatura Infantil “El Barco de Vapor”, de la Biblioteca Luis Ángel Arango, del Banco de la República de Colombia (2015). Hay que indicar que este premio es el más importante en esta nación, en su categoría; y que ha existido –ininterrumpidamente–, desde el año 2008. No sobra decir que el premio fue creado en España, en el año 1978. La decisión de los jurados fue unánime; y además de un premio en metálico y una estatuilla, la autora logró la edición del libro, el cual está acompañado de la dinámica ilustración de portada del diseñador peruano, radicado en Colombia, Rafael Yockteng (1976-).
La novela cuenta la historia de una familia, narrada por Otoniel Restrepo, el hijo mayor, quien ya tiene quince años. Su curiosidad fisgona, e indiscreta, nos permite conocer las alegrías y penurias de los integrantes de su casa, ubicada en Yolombó, junto a un lamoso y maloliente estanque. Otoniel es mal hablado, incluso grosero, y si se le presenta la oportunidad deja sin comida a todos. Su única hermana, Abril, es caprichosa y enfermiza, y ha logrado que el padre, un inexperto minero de la zona, la secunde en una idea muy particular, incluso por encima de los deseos de la madre: cada vez que llueve, el padre tiene que correr al estanque donde lleva sacos para los sapos y ruanas para las ranas, pues de lo contrario: ¡se corre el riesgo de que dichos animales se resfríen! Lo anterior despierta el enojo de Otoniel, quien –celoso– no soporta que se le prodigue tanta atención a su hermanita, cuatro años menor que él. Ahora bien, esta historia –más normal de lo que suena– cambiará por completo, pues la mina donde trabaja el padre colapsará, dejándolo atrapado bajo tierra. Otoniel emprenderá la búsqueda de su progenitor, al mismo tiempo que descubre que alguien ha estado robando las cosas de su padre, y que su hermana, a diferencia de lo que él creía, actuará de manera sospechosa, como si supiera más de la cuenta –incluso–, como si ya hubiera olvidado al padre.
No tengamos miedo de decirlo: Se resfriaron los sapos es una novela triste, como tristes son muchas historias, reales y ficticias, como triste es la realidad de muchos mineros y –en general–, de muchas personas. Otoniel y Abril, sin saberlo, deberán tomar decisiones para las que nadie cree estar preparado. En esta novela sus dos personajes van a cumplir varios años, pero crecerán mucho más en un sentido distinto… El constante miedo, la incertidumbre, así como el dolor y la madurez obligada concretarán la personalidad de los inolvidables hermanos.
Como ya dijimos, la novela está narrada por el propio Otoniel, y es justo su voz la que escuchamos en cada página. En esta novela no hay espacio para discursos moralizantes, ni tampoco para lecciones o enseñanzas gratuitas. Por otro lado, como es la voz de un adolescente, se sucederán normalmente algunas expresiones coloquiales de la región antioqueña, junto con muchas exageraciones, tan típicas de sus habitantes. Y finalmente, no sobra decir que la novela tiene quince capítulos cortos, los cuales intercalan la constante narración del presente junto con la rememoración del pasado.
En términos literarios, la obra de Marcela Velásquez Guiral es una novela, en toda la amplitud del término. La obra explora, con detenimiento, las dos reacciones distintas a las que los dos hermanos se aferran, ante la misma situación límite. También puede ser pensada como un homenaje a Yolombó y sus gentes, pero en general a la condición humana, y a las situaciones sociales de desigualdad. Asimismo, la obra rescata la oralidad y el humor coloquial de la zona, sin dejar a un lado la fantasía y la imaginación, pues como lo aprendimos, en algunas ocasiones los sapos también se pueden resfriar.
A los queridos lectores
Una joven autora, y su más reciente obra –galardonada ya–, son parte de una triada en la que hace falta la instancia más importante, la más activa: el lector, o para ser franco, los lectores –en plural, es decir: todos y cada uno de nosotros–. El día en que nadie lea, ese triste día dejarán de tener valor los escritores, y con ellos sus obras y sus ideas (y todo lo que ello representa). Mis palabras, aunque funestas, no son otra cosa que una invitación a que todos los lectores hagan lo propio y lean. Ojalá tengan la oportunidad de formarse su propia idea de lo que he querido decir cuando leí (y sentí) la novela de Marcela Velásquez Guiral. Asimismo, mis palabras son una invitación a que los mediadores y docentes, encargados de la promoción de la lectura utilicen esta obra en sus prácticas. Ojalá las políticas del Ministerio de Educación, en Colombia, tengan en cuenta esta novela para hacerla parte de sus diversas colecciones, en su Plan Nacional de Lectura y Escritura, por ejemplo, y en ese sentido alimenten las bibliotecas escolares y públicas con esta novela. Ojalá otro tanto sucede en el resto de países, en donde los lectores –chicos y adultos– esperamos ansiosos, siempre, una nueva historia.
Velásquez Guiral, Marcela.
Se resfriaron los sapos (2016).
Bogotá: Ediciones SM, 149 p.
Se resfriaron los sapos (2016).
Bogotá: Ediciones SM, 149 p.
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