Una recomendación coyuntural

Apuntes sobre Un lugar para que rece Adela. Cuentos de despojo (2015) de Andrés Mauricio Muñoz

Empecé este blog en mayo del 2021 porque, en ese entonces, mis estudiantes estaban marchando: se oponían al gobierno de turno y a sus, digámoslo así, “políticas”.

Cuando salían de sus casas no sabíamos si lograrían regresar, pues muchos estaban siendo detenidos, golpeados, mutilados y asesinados. El blog era una manera de decirles que yo seguía pendiente, queriendo saber de ellos, preocupado por aquello que les pudiera ocurrir. En pocas palabras: era la forma de no perder el contacto y la oportunidad de conversar.

Hoy, diecisiete meses después, hemos regresado a la presencialidad de las aulas, aunque mis estudiantes se mantienen al margen, pues –como en el pasado–, reclaman que se les escuche.

Espero que mientras llegan a un acuerdo, en este caso con las directivas académicas, mis estudiantes no abandonen la universidad. Espero que sigan habitándola, que sigan haciendo uso de sus pasillos, de sus mesas de estudio, de su museo y de su biblioteca… ya todos sabemos que si no los utilizamos, estos lugares empiezan a desaparecer (es como si, de alguna manera, algo se los robara). Los invito a que no dejen de venir a la universidad, en medio de sus reflexiones y de sus plantones.

Como siempre, los invito a leer; y en esta ocasión les propongo la lectura de Andrés Mauricio Muñoz, uno de los actuales escritores colombianos que, desde mi punto de vista, mejor domina el arte de la narración literaria. Lamentablemente, a pesar de los diversos reconocimientos que ha obtenido y de la edición de su obra por parte del Grupo Planeta, Andrés Mauricio Muñoz sigue siendo un escritor desconocido para el público amplio. Así que ojalá esta sea otra oportunidad para que alguien más se interese por su obra.

Un lugar para que rece Adela. Cuentos de despojo es un libro de siete narraciones en las que, estoy seguro, lo más importante es disfrutar de la manera en que los diferentes narradores no pierden la tensión de aquellas historias. Algunas de estas narraciones son largas, y en ella se suceden las vidas de varios personajes; pero aun así, la tensión no disminuye, todo lo contrario: aumenta y se intensifica. Cada tanto, una nueva línea aporta más información que redimensiona la vida de esos personajes. De igual manera, cada tanto, los narradores de las historias se permiten apuntar alguna idea o alguna consideración sobre la naturaleza humana, algo que dota a estos cuentos de espesor.

Leer los cuentos de Andrés Mauricio Muñoz es leer la vida misma: cuando uno cree que la entiende, algo surge y descompone el diario transcurrir de los eventos humanos. Me sorprende, gratamente, la manera en que el autor permite que uno vislumbre la hondura de la vida de aquellos personajes. Y me sorprende, mucho más, la aparente falta de técnica (de trampa y de artificio) en la forma de sus narraciones. Es que sus cuentos parecen el mero registro de los acontecimientos, y en la primera lectura no se perciben las maneras en que el autor ha organizado su material para entregarlo, en pequeñas y lentas dosis...

Les recomiendo empezar con “Un trozo de natilla para Bernardo”, en donde una mujer se esmera por atender al único hombre que ha amado, aunque ya no estén casados. Continúen con: “Una carrera especial”, en el que se establecen dos historias en paralelo: una real y otra ficticia, y los diferentes diálogos y puntos de encuentro entre ambas. Una vez leídas estas dos historias, las más cortas del libro, el lector podrá dedicarse a desentrañar las diferentes historias que el autor ha escondido en sus cuentos más largos: “Cuestión de registro”, mi cuento favorito de este libro, una historia tan absurda y kafkiana como la realidad misma; “Adriana en el andén”, el sueño largo de una vida que no podrá llegar a ser; “Una noche precaria”, en la que alguien, como la mayoría, se conforma con el fracaso de su vida, quizás desconociendo que así debe ser; “Una tumba en el parque”, un cuento divertido en el que, al final, vemos a un hombre llorar, quejarse y patalear contra un andén, porque sencillamente no puede emprenderla contra el ser que siempre ha amado; y, por último, el primer cuento del libro, el que justo le da título: “Un lugar para que rece Adela”, en el que una mujer afronta el destino de ser, siempre, la otra… incluso en el más allá.

Siempre he pensado que cada quien debe leer de la manera en que sabe hacerlo; pero a veces probando otras formas, hasta encontrar una que le guste, que le funcione. En esta ocasión, voy a atreverme a sugerir que lean a Andrés Mauricio Muñoz de manera lenta, sumando una frase primero, y luego otra. Reteniendo los nombres de los personajes, sus situaciones y sus crisis. Poniéndose en los zapatos de cada uno de ellos. Creo que este ejercicio es necesario porque, como ya lo dije, leer estos cuentos es como leer la vida misma. La vida que uno cree que comprende, hasta que se da cuenta de que no. ¡Son tantas las aristas que desconocemos de cada historia! Lean estos cuentos de la manera en que ahora mismo estamos leyendo lo que sucede en nuestra sociedad. Asegurémonos de comprender cada situación, antes de seguir con un nuevo párrafo…


Muñoz, Andrés Mauricio
Un lugar para que rece Adela. Cuentos de despojo (2015).
Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 139 p.

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