La universidad es el paraíso del que somos desterrados

Reseña de la novela: Adiós, pero conmigo (2021), de Juan Diego Mejía


La novela más reciente de Juan Diego Mejía (1952): Adiós, pero conmigo (2021) tiene como protagonista a la universidad, explícitamente a la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Se trata de una protagonista omnipresente que acompaña a los suyos, incluso cuando la abandonan; así, la universidad siempre será como la Ítaca de Kavafis. Allí está ella: sus edificios, pasillos y cafeterías, y entre todas sus edificaciones la más importante de cualquier universidad: su biblioteca. También están los estudiantes porque una universidad sólo puede existir con ellos. Estudiantes que llevan en sus rostros, como si de un distintivo se tratara: la desazón producida por la duda y el inconformismo.

La novela se enfoca en un grupo de jóvenes estudiantes de matemáticas. Entre ellos se encuentra el narrador, para quien la universidad es un “paraíso” (82) al que se accede a través de un examen de admisión, por eso quienes lo presentan caminan “nerviosos como si fueran para el infierno” (24). Quienes reprueban pueden sentirse tan afectados que podrían llegar a pensar que son unos fracasados; y quienes aprueban aprenden, rápido, que su paso por ella es efímero: siempre dura menos de lo que debería durar; de la misma manera en que aprendemos que el amor y la amistad también son circunstanciales y temporales. 

La novela de Juan Diego Mejía es nostálgica y melancólica: una oda a la vida universitaria, a los años más felices de muchos de nosotros, a pesar de las desilusiones y tristezas que la caracterizan. La novela recrea las clases y los exámenes, las lecturas obligatorias y las lecturas escogidas por el deseo (quizás, las más importantes), las tertulias, las amistades y los enamoramientos, los desamores, la decepción y la deslealtad, así como las asambleas, las protestas y los paros. La novela también expone la manera en que muchos la extrañan y la necesitan en vacaciones, o en los tiempos largos en que ella permanece bloqueada. 


Matemáticos suicidas


Si bien es cierto que muchos estudiantes son expulsados académicamente, esta novela explora las maneras en que otros renuncian a la universidad. Con frecuencia, profesores y estudiantes se hacen conscientes del descrédito que la azota. Aunque siguen confiando en la razón y en el pensamiento ya no confían en la institución. Algunos cancelan el semestre y no regresan, otros se despiden quitándose la vida, como si “vida” y “universidad” pertenecieran al mismo conjunto: 

Mientras la Nacho estuviera abierta y funcionando, él tendría una razón para mantenerse vivo (130), dice el narrador. 

Adiós, pero conmigo es una novela sobre hombres de razón que escogen suicidarse. En la novela se alude a un grupo de profesores que se han dado a la tarea de escribir un Tratado de matemáticas para un país en estado de sitio permanente. El grupo no sigue ninguna ideología, se guía únicamente por la razón. Han hecho un pacto de dedicación exclusiva a la investigación, pues: 

La academia corrompe a los académicos, los hace competir por un escalafón absurdo y se olvidan del conocimiento (27).

Tener profesores que representan la razón y que igual escogen el suicidio hace que el narrador se cuestione su propia existencia. Si bien vive en el “paraíso”, ahora debe asumir su destierro. En una escena clave para la novela el narrador escribe en su brazo izquierdo y con tinta roja: “LLEGÓ EL TIEMPO DE CAMBIAR” (37). Primero reorganiza su biblioteca y luego dedica su tiempo a estudiar sus propios intereses, en este caso: la vida y obra de Évariste Galois, un joven matemático republicano que no dudó en participar activamente contra el rey Luis Felipe de Orleans. Galois fue condenado por actos de sedición y dejó que su vida se perdiera al no defenderse en un duelo a pistolas contra un militar. Fue un hombre que estaba capacitado para las matemáticas y el estudio, pero no para la vida. 

Hombres como Galois hay muchos en la academia, algunos –incluso– se enamoran de la mujer más deseada y fracasan doblemente. Por su parte, el narrador de la novela ni siquiera se siente apto para las matemáticas, mucho menos para el activismo o el amor. Por el momento, su conciencia y determinación –recién adquiridas– le alcanzan para querer fundar un grupo de estudio y encontrar con los suyos las razones para continuar con vida.  


La teoría de los grupos


Los jóvenes estudiantes de matemáticas estudian la teoría de los grupos y las permutaciones como un grupo algebraico. Lo hacen al tiempo que intentan convivir y relacionarse con los diferentes “combos” universitarios: primíparos, deportistas, poetas, intelectuales, activistas de derecha y de izquierda (los “zurdos”)... Estos jóvenes matemáticos son los mismos que han sufrido la experiencia de tener, como profesores, a un grupo de suicidas. Ahora bien, aunque están rodeados de grupos, teóricos y fácticos, ellos no logran conformarse como tal, aunque lo intenten y cifren todos sus esfuerzos en ello.

Quieren ser un grupo no grupo. Hacerse cargo de una publicación firmada por un nombre colectivo (sin egos y sin protagonismos, tal como lo hicieron los franceses con el nombre de Nicolas Bourbaki). Quieren hacer un aporte al pensamiento, sentirse útiles. Sobre todo, no quieren quedarse callados: ¡no deberían! Sin embargo, sienten que fracasan: “Éramos un no grupo sin futuro, caminando en la oscuridad” (126). 

Creo que cuando ingresamos a la universidad nos despedimos de la adolescencia y le damos la bienvenida al amor y a los amigos y a las certezas. En cierto sentido, uno se cree el dueño del mundo. Luego, tomamos consciencia y tenemos que despedirnos de esos amores y de esos amigos y de esas certezas. Debe uno aprender a vivir en el limbo, o en el purgatorio que es la vida misma y en la que se añora vivir “sin compromisos con la humanidad” (200), como dice el narrador de la novela. Uno termina por aceptar que no encaja y termina aceptando el dolor de las despedidas: 

En ese grupo no estaba yo. Era un elemento que no cumplía las condiciones para hacer parte del conjunto. Yo era un "no pertenece" (227). 


Palabras finales


Como si estuviéramos en vísperas al examen de admisión, la novela de Juan Diego Mejía me ha hecho pensar en la gran injusticia que representa esa prueba. Siempre he pensado que el examen de admisión es el mayor obstáculo, el verdadero muro y la verdadera reja que impide que muchos puedan ingresar y estudiar. Es una fuente de enfermedades y nada más. Hemos preferido aceptar que el ingreso a la universidad pública sea, en muchos casos, una lotería; un privilegio y no un derecho. ¿Cuándo será noticia la fundación de nuevas universidades? y, con ellas, la posibilidad de que muchos puedan estudiar si así lo desearan. 

Asimismo, Adiós, pero conmigo me ha hecho pensar en mis estudiantes, quienes ahora mismo no tienen –ni siquiera– la oportunidad de decepcionarse de la academia. Cada día que pasa es un día más en el que les niegan su derecho a estudiar. Los mandatarios de nuestro país, contradiciendo la naturaleza propia de la vida universitaria y del raciocinio, no están dispuestos a escuchar y a aceptar que se han equivocado. 

La novela también me ha hecho pensar en la constante necesidad de que profesores y estudiantes, de todas las disciplinas del saber, intentemos la redacción de nuestros propios tratados, a la manera en que los matemáticos de la novela intentan su Tratado de matemáticas para un país en estado de sitio permanente.

A la pregunta ¿por qué se matan los matemáticos?, la novela deja entrever que se suicidan porque también tienen miedo, como el resto del mundo. Ni siquiera ellos están preparados para navegar sin rumbo por un mundo lleno de despedidas. A mi parecer, se matan porque algunos académicos no saben que podemos parar, necesitamos alejarnos de la academia y ejercer oficios diversos, quizás el de soldador o maestro de escuela, incluso el de panadero o jornalero... En últimas, lo que necesitamos es intentar hacer realidad nuestra participación en la comunidad, quizás de esta manera logremos ser parte de un grupo más importante que cualquier escalafón. Luego podemos regresar a casa, o al alma mater.

No sobra decir que el título de la novela responde al primer verso del poema “La carta en el camino”, de Pablo Neruda. “Adiós, pero conmigo” se le puede decir a esa otra persona que uno ama, pero también a la universidad, porque si “vida” y “universidad” no pertenecen al mismo conjunto, de seguro que “amor” y “universidad” sí.


Juan Diego Mejía estudió Matemáticas en la Universidad Nacional de Colombia. Ha obtenido varios reconocimientos como escritor y ha sido secretario de Cultura Ciudadana de Medellín y director de la Fiesta del Libro de la misma ciudad. Ha publicado Rumor de muerte (1982), Sobrevivientes (1985), A cierto lado de la sangre (1991), El cine era mejor que la vida (1997), Camila Todoslosfuegos (2001), El dedo índice de Mao (2003), Era lunes cuando cayó del cielo (2008) y Soñamos que vendrían por el mar (2016). 

Más información sobre el autor y su obra, en el siguiente enlace
 

Mejía, Juan Diego.

Adiós, pero conmigo (2021) Colombia: Alfaguara, 230 p.

Comentarios

  1. Excelente reseña. Es como volver a vivir todos esos sentimientos que pasaron y pasan por nuestros cuerpos desde nuestro rol de estudiantes y maestros. La frustración que sentimos al pensar que no pasamos el exámen de admisión, decepción cuando perdemos un exámen académico, o el sentir que no pertenecemos a ese lugar (universidad) cuando comparamos nuestro proceso con el de otro. Incluso, el sentir en estos momentos que no hay ningún motivo para continuar con nuestras vidas y estudios porque la universidad no está abierta.

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    1. Hola
      Gracias por el comentario.
      Es verdad, yo sentí algo de todo eso cuando leí la novela.
      Un saludo gigante.

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    1. Anónimo6/7/21 13:15

      Creo que los matemáticos se suicidan por el terrible contraste entre el mundo real y el de las ideas, donde todo parece ser posible y “superior”. Muchísimas gracias por la reseña.

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    2. Hola
      Muchísimas gracias a ti por leer
      Un saludo

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  3. Muy interesante ... es un verdadero gusto leerte.

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    1. ¡Hola! Gracias por leer, gracias por comentar. Ojalá las siguientes reseñas sean, también, de tu agrado.

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