Radiografía del vacío

Reseña de la novela Buena alumna (2016) de Paula Porroni

Como lo dicta su título, esta es la historia de una “buena alumna”, una mujer que busca una beca de posgrado para no tener que regresar a Sudamérica. Está narrada en primera persona y su protagonista intenta estar a la altura de las expectativas de un padre muerto, al tiempo que busca alejarse de una madre que la espera en Argentina. Mientras consigue un empleo, u obtiene una beca, se gasta el dinero que su madre también necesita. La estudiante destacada está rodeada de ex compañeros, pero ninguno es su amigo. Con ellos se compara, y entre todos se envidian y se odian. Esta es una novela corta y afilada, una radiografía de una herida o, mejor: una radiografía del vacío humano. 

La protagonista es su peor enemiga: su única enemiga. Vive sola y se siente seca por dentro. Cada día encuentra una nueva manera para sabotearse, para decirse “perdedora” y “basura”; también encuentra formas distintas para herirse físicamente: se araña, se muerde, se golpea, se corta y se quema: 

Pero mi pensamiento se topa con una pared. Con fuerza, tiro los dedos de una mano hacia atrás. Empujo los dedos aún más abajo, hasta sentir que me arranco la muñeca. Perdedora. Perdedora. Basura. Sos menos que nada. Y entonces me asfixia el deseo, tan grande, tan inmensamente poderoso, de mutilarme hasta el fin y también de volver a estudiar (19-20).

Como tantos otros en el mundo, se exige “ser alguien en la vida” y, al no lograrlo, se frustra y se hiere. Al mismo tiempo lidia con la idea de no engordar y con el hecho irreparable de envejecer. Entonces, y también como lo hacen muchos otros en el mundo, intenta corregirse, promete mejorar, ser otra persona, levantarse temprano, concentrarse y darlo todo, estudiar y estudiar, destacarse y lograr sus objetivos: “Prometo que voy a esforzarme. Más. Más. Voy a salir adelante” (13). Ella se explota a sí misma como lo haría el peor de los esclavistas. Hasta ir de vacaciones se le convierte en una tarea que debe llevar a cabo y por eso se promete, una y otra vez, que va a divertirse.

Como estudiante extranjera se le dificulta afincarse en algún lugar. Las escenas de la novela se organizan según los diferentes lugares que la protagonista ocupa temporalmente: empieza en una pensión, pasa por los apartamentos de algunos conocidos y por un cuarto de hotel y termina en una habitación en la que ella, una estudiante, no tiene espacio suficiente para un escritorio y su silla. Cada nuevo lugar parece un círculo del infierno dantesco, pero en este caso se trata de un infierno personal, donde ella se castiga sin haber cometido ningún crimen, ningún pecado. Ni siquiera sus encuentros sexuales son satisfactorios, parecen estar relacionados con una especie de entrenamiento físico, y nada más. Estos encuentros son ocasionales y sórdidos, ejecutados con desconocidos; y hasta el onanismo es practicado con un juguete sexual ajeno.
 
La protagonista no se permite ninguna alegría y la elección de sus potenciales temas de investigación resultan metáforas de su propia existencia: el laberinto en la literatura y el estudio de la naturaleza muerta. Desde mi punto de vista, esta novela da cuenta de una sociedad que acaba con las esperanzas de los jóvenes estudiantes, quienes se ven obligados a estudiar y acumular títulos, aunque nada de eso les asegure –ni siquiera–, un empleo. Estudiantes atormentados por las pruebas y los exámenes y por eso algunos se suicidan, igual que sus profesores. Una sociedad competitiva en la que lo humano es menos importante que un currículo con los nombres de las instituciones académicas más prestigiosas. Muchos de los que se gradúan deben aceptar empleos mal remunerados, otros intentan continuar sus estudios y compiten por una beca, incluso si la propia universidad no vale la pena. Algunos ya no son tan jóvenes para aceptar una pasantía no remunerada, pero aún no tienen la suficiente experiencia para un empleo formal:

Ahora corrijo. Raspo, raspo. Hasta dejar solo un hueso pulido. Solo lo mínimo, lo indispensable. Busco en mí esa lengua árida. Infértil. Porque así fuimos entrenados. En la mejor universidad del mundo. Para crear un paisaje glacial de palabras (34).

Finalmente, considero que la protagonista de esta novela es un ser memorable. La narración de su historia, sin cortapisas, descarnada como sus heridas, hacen de ella “un desgarrador galimatías de carne y hueso”, tal como Colum McCann define a los personajes cuando dice que deben ser intrincados y con defectos, tan reales como los siete millones de personas en el mundo.

Cierro estos comentarios con un apartado amplio de la obra donde la protagonista se enfrenta a la redacción de su propia investigación. En el párrafo se puede evidenciar el tono y la fuerza de la narración, a modo de ejemplo, a modo de carnada:

Vuelvo a mis notas. Abro el documento y mis manos transpiran. Todo es basura. Basura. Basura. Es una vergüenza. Notas complementarias fallidas. Que va a llevarme siglos rectificar. Mi cabeza, mis brazos, mis piernas se aflojan, se desovillan. Voy pasando rápido las ochenta páginas. Párrafos apretados, con poco aire. Frases paralíticas, de huesos cortados a serrucho. Abortadas. Leo sin leer, y cuando llego a la última hoja, muerdo la carne del labio, hinco los dientes y los dejo ahí, presionando, rompiendo el herpes que asoma. Es porque me falta voluntad y disciplina que fracaso. Borro el documento, las ochenta hojas. Y por las dudas, también la copia en la papelera de reciclaje. Mi cara se hunde en un pozo. La tarea es simplemente interminable. No tiene fin. No hay fin para este trabajo. Me paro, camino hasta el baño, tomo agua de la canilla y con toda mi fuerza estrello el pie contra el marco. Me inmovilizo. Inhalo. Calculo y vuelvo a estrellarlo. Siento un crujido y una oleada caliente, una alarma ilimitada, algo que se suelta y sube y rodea el pie y la pierna, sube hasta la ingle, la cara y los ojos, y después se expande y me envuelve completa, abraza mi cuerpo, abrigándolo (116).

Paula Porroni (1977) cursó Letras en la Universidad de Buenos Aires, un máster en Cambridge y otro en la Universidad de Nueva York. Buena alumna es su ópera prima y hace parte de la colección Tour de force, dedicada a la literatura contemporánea, de Editorial Minúscula.


Porroni, Paula.
Buena alumna (2016)
Barcelona: Editorial Minúscula, 119 p.

Comentarios

  1. Sencillamente parece ser una obra genial, que muestra la cruda realidad de muchos estudiantes. Estamos en una época donde las oportunidades son pocas y se valoran solo las cosas más superficiales de una persona.

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    1. Ojalá lograras leerla para conocer tu opinión. Un saludo grande.

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  2. Describe la realidad de estudiantes pueblerinos, que tratan de sobrevivir en la vida cotidiana que ofrece la educación superior, para avanzar en la academia y así concretar el ideal de vida que se tiene.

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    1. Hola Margoth. Espero que todo marche muy bien. Espero la reseña cumpla con su tarea y anime a muchos a leer la obra. ¡Un saludo! y mil gracias por leer y comentar.

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  3. Me he dejado llevar bastante por estas reseñas, gracias profe Gustavo. Esta es otra obra que va para mi lista de pendientes.

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    1. ¡Hola! Genial. Ojalá cuando logres leerla compartas tu opinión sobre ella. Tu comentario me hizo pensar en mi lista de lecturas pendientes... me gustaría que fuera mi única lista de pendientes.

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  4. Gracias por revelarme este libro. Lo leeré.

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    1. Hola Eu Sou. Gracias a ti por leer la reseña y comentar. Ojalá, ojalá la novela te guste. Yo considero que realmente vale la pena. Un saludo.

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  5. La petición y exigencia externa. El video y película propia.

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    1. Lopitoz, buenos días. Gracias por leer y comentar. Un saludo gigante.

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  6. Desagradablemente identificado. Debo leerlo... cuando haya otro descanso, quizás otro paro jajaja. Gracias.

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    1. John, como siempre: un saludo esperando que todo marche muy bien, contigo y todos los tuyos. Yo creo que la novela te gustaría mucho. Ojalá no tengamos que esperar otro paro, además, se lee en un par de tardes como máximo. Estamos en contacto.

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